jueves, 26 de julio de 2012

Nuevos paradigmas educativos: el conectivismo

Una de las características más apasionantes de la evolución de la Pedagogía como disciplina científica es que, periódicamente, nuestra concepción de esta ciencia se ve sacudida por cambios de paradigma que nos hacen replantearnos los presupuestos en los que se basan nuestras teorías sobre la educación. Así, vamos construyendo modelos teóricos progresivamente más eficientes, que resultan de mayor utilidad para explicar la realidad y para planificar la intervención educativa.

Claros ejemplos de estos cambios de paradigma fueron el surgimiento del cognitivismo (que, grosso modo, establecía un paralelismo entre la forma de funcionar de la mente humana y la de un ordenador, estudiando la influencia que el procesamiento de la información tiene sobre nuestra conducta, y defendiendo que el conocimiento en la memoria se organiza en forma de conceptos interconectados entre sí) como oposición al conductismo (según el cual el aprendizaje se basaba en la asociación de estímulos, o de estímulos y respuestas), así como la superación de ambas teorías asociacionistas por medio del constructivismo (que venía, por su parte, a sostener que nuestras representaciones internas del mundo derivan de la acción que como sujetos ejercemos sobre el medio, y que es precisamente dicha interacción la que nos permite construir los aprendizajes en base a nuestros esquemas mentales previos que se ven modificados, según los planteamientos piagetianos, por los procesos complementarios de asimilación y acomodación).

La escuela española ha asumido en gran medida el paradigma constructivista, que queda recogido en las diferentes leyes que regulan nuestro sistema educativo. Así, se favorecen enfoques activos del aprendizaje, en el que los educandos son los auténticos protagonistas que, a partir de sus conocimientos previos, van construyendo esquemas mentales progresivamente más complejos gracias a la guía del profesor. La acción educativa, pues, ha pasado de estar centrada en el objeto a conocer (en su mayoría conceptos) para hacer énfasis en el proceso de aprendizaje y en las estrategias que se han de proporcionar a los alumnos para que aprendan de manera más eficiente (aprender a aprender), y para que ese proceso de aprendizaje pueda extenderse a lo largo de toda la vida. Este enfoque, si bien tiene en cuenta las influencias que el contexto social ejerce sobre el individuo (sobre todo desde el punto de vista de los posicionamientos socio-constructivistas à la Vygotski), se centra en cómo el aprendizaje se construye en cada sujeto individual.

Sin embargo, en nuestras sociedades occidentales, la tecnología está impactando en la manera en que el conocimiento se construye, y está acortando, a su vez, su vida media: mientras que no hace mucho tiempo pasaban décadas antes de que un determinado corpus de conocimientos quedara obsoleto y fuera reemplazado por otro, hoy este fenómeno tiene lugar cada pocos años. El desarrollo de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, y la extensión del acceso a Internet, han multiplicado las fuentes de información a las que podemos recurrir (lo que tiene importantes implicaciones en el ámbito escolar, donde el profesor ha visto arrebatado su papel de "dispensador de conocimiento"), y, junto con otros factores importantes como el aumento de la actividad investigadora científica, han facilitado que la cantidad de conocimiento crezca de manera exponencial. El individuo, hoy, puede difícilmente aspirar a abarcar el dominio de diferentes ramas del saber (la polimatía que caracterizaba a los pensadores ilustrados), dado que las distintas disciplinas han alcanzado un grado tal de desarrollo que el mero hecho de ser especialista se convierte, en numerosas ocasiones, en un gran reto.

Llegados a este punto, como sujetos nos encontramos con serias dificultades para experimentar y adquirir los aprendizajes que precisamos para nuestra vida cotidiana de una manera individual: es ahí donde entran en juego los otros, y las TIC como canal que facilita nuestra comunicación con los otros. Las personas que nos rodean se convierten en sustitutos de nuestro propio conocimiento, y la limitada capacidad de nuestro sistema cognitivo para el almacenamiento y recuperación de la información es suplida por las posibilidades prácticamente ilimitadas que los sistemas tecnológicos tienen para hacerlo. La importancia de saber algo, y de saber cómo tener acceso a ese conocimiento, está siendo desplazada por el saber a través de quién obtenerlo.

El individuo que aprende queda, así, enmarcado en una entidad superior, una macroestructura que facilita su aprendizaje: la posibilidad de conocer de cada individuo concreto (la capacidad no sólo para reproducir, sino para crear nuevo conocimiento) estará en función del número de conexiones que el individuo tenga con los otros miembros de la macroestructura, de su red. A mayor número de conexiones, mayores posibilidades habrá de que el individuo aporte algo de valor a su entorno; a su vez, de modo inverso, cuanto mayores sean los aportes del individuo a su red, mayor será el número de conexiones que otros individuos quieran establecer con él, lo que redundará una vez más en la mejora de su propia capacidad para generar nuevos conocimientos.

Los citados son los rasgos más elementales del conectivismo. De manera sintética, de acuerdo con lo que afirma Siemens (2004), este nuevo paradigma se fundamentaría en los siguientes principios:

  1. El aprendizaje y el conocimiento dependen de la diversidad de opiniones.
  2. El aprendizaje es un proceso de conectar nodos o fuentes de información especializados.
  3. El aprendizaje puede residir en dispositivos no humanos.
  4. La capacidad de saber más es más crítica que aquello que se sabe en un momento dado.
  5. La alimentación y mantenimiento de las conexiones es necesaria para facilitar el aprendizaje continuo.
  6. La habilidad de ver conexiones entre áreas, ideas y conceptos es una habilidad clave.
  7. La actualización (conocimiento preciso y actual) es la intención de todas las actividades conectivistas de aprendizaje.
  8. La toma de decisiones es, en sí misma, un proceso de aprendizaje. El acto de escoger qué aprender y el significado de la información que se recibe, es visto a través de la lente de una realidad cambiante. Una decisión correcta hoy, puede estar equivocada mañana debido a alteraciones en el entorno informativo que afecta a la decisión.

El centro de atención deja, así, de estar en el individuo y en lo que sabe en un momento determinado, para desplazarse hacia lo que el individuo puede llegar a saber gracias a las fuentes (en forma de red humana) a las que tiene acceso. Este tipo de teoría podría tener implicaciones muy relevantes a corto plazo, y abre un inmenso filón a partir del cual se pueden establecer intervenciones educativas profundamente innovadoras, algunas de las cuales podemos observar en el vídeo que se inserta a continuación.


Fuente original del vídeo insertado en Blogger: http://www.youtube.com/watch?v=8LoLMBF2SCA